viernes, 13 de mayo de 2016

BASTA DE COMPLICIDAD CON ISRAEL

El día 15 de mayo es el 68 aniversario de la Nakba. El día en el que Israel se constituyó como estado iniciando un proceso de limpieza étnica sobre Palestina. Ochocientas mil personas fueron expulsadas de sus hogares, en muchos casos para ser sustituidas por personas venidas de otras zonas del planeta, mientras que aquellos que no fueron expulsados quedaron sometidos a la autoridad de un Estado confesional y hostil a la población árabe.


Para entender la constitución del Estado de Israel tenemos que remontarnos a la Europa imperialista de finales del siglo XIX. En estos años Europa había logrado un impresionante desarrollo técnico y político. Gracias, por un lado, a la revolución industrial, y debido, por otro lado, al desarrollo de las sociedades modernas capitalistas, la capacidad económica, política y militar de Europa a finales del siglo XIX era prácticamente incontestable. En este momento, Europa se volcó en un proceso de colonización brutal sustentado sobre dos mitos: la supuesta supremacía blanca y la supuesta pretensión civilizadora sobre los territorios colonizados. Detrás de estos dos mitos se encontraba la insaciable ambición de la clase capitalista europea y su pretensión de controlar y explotar las riquezas de los territorios conquistados. Es al hilo de estos mitos que a finales del siglo XIX aparecerá el sionismo.

Pero, ¿Qué es el sionismo? El sionismo defiende el establecimiento de un Estado judío en Palestina. Esta idea se sustenta sobre los mitos de la supremacía occidental, un supuesto carácter civilizador y el supuesto derecho religioso de origen bíblico de la población judía sobre palestina. Estos principios, que tanto recuerdan al colonialismo europeo de finales del siglo XIX y principios del XX, son la base ideológica sobre la que se sustenta el Estado de Israel. Profundizando en el carácter colonial de la empresa israelí, a muy pocos se nos escapa el valor geoestratégico de oriente próximo y el papel de Israel cómo principal valedor de los intereses imperialistas de Estados Unidos en la zona. No olvidemos que Estados Unidos dona anualmente unos 3.000 millones de dolares a Israel.

Cómo ya hemos señalado el Estado de Israel inicia su andadura protagonizando una sangrienta limpieza étnica sobre territorio Palestino. Al mismo tiempo, estableció un estado de apartheid que en la actualidad se traduce en la suspensión de los derechos de ciudadanía más elementales. Israel impone a la población palestina graves restricciones en la movilidad, detenciones ilegales, ejecuciones extrajudiciales (desde el mes de octubre el ejército de Israel ha segado la vida a más de 200 personas), expropiaciones de tierras y hogares, restricciones en los suministros de agua, luz y gas, duras limitaciones a las actividades económicas... sin hablar de las acciones militares sobre la Franja de Gaza, operaciones que en los años 2009, 2012 y 2014 supusieron la muerte de miles de civiles.

Esta situación plantea un problema humanitario de primer orden. Las propias Naciones Unidas han señalado que la situación en la Franja de Gaza es insostenible a cinco años vista. La vida bajo la ocupación militar israelí en palestina es un infierno. Muchos de los refugiados que en la actualidad aventuran su vida en el mar Mediterráneo han iniciado su vida como refugiados con motivo de la limpieza étnica que de facto práctica Israel en Palestina. Esta es una situación intolerable que requiere de una intervención inmediata de la comunidad internacional. Israel no puede mantener suspendidos los derechos fundamentales de los seres humanos de modo indefinido.

Ante la opresión israelí, en el año 2005 numerosas organizaciones de la sociedad civil palestina hicieron un llamamiento al boicot internacional al Estado de Israel. El objetivo no es otro que hacerle respetar los derechos inalienables del pueblo palestino. Esta campaña ha sido respaldada por reconocidas personalidades de la política, la cultura y la religión, cómo el arzobispo sudafricano y Premio Nobel de la Paz Desmon Tutu, el famoso científico Stephen Hawking o el superviviente del campo nazi Buchenwald y participante en la redacción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, Stéphane Hessel. Ante la falta de sensibilidad del Estado de Israel y ante su reiterado incumplimiento de las resoluciones emitidas por las Naciones Unidas, es preciso que se implementen medidas de presión que pongan fin al ignominioso estado de apartheid que ha establecido Israel contra el pueblo Palestino.

Rafael Cordón Pino
Miembro del Colectivo de Solidarida con Palestina – Al'Madafa (Zamora)

Licenciado en Ciencias Políticas y Sociología en la Universidad Nacional de Educación a Distancia.

http://www.laopiniondezamora.es/opinion/2016/05/12/basta-complicidad-israel/924765.html

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